La Última Cena en el convento de los capuchinos





En septiembre de 2019 un gran amigo, fraile y sacerdote capuchino, Richard Mora me hizo una invitación para realizar unas obras de arte en Caracas, en medio de la fraternidad de los Hermanos Menores Capuchinos. Era una nueva oportunidad en la cual Dios me llevaba hasta los caminos franciscanos, sencillos y llenos de espiritualidad. Esta vez ya no estaba solo, ya están mi esposa y mis hijos en mi vida; con un poco de tristeza por alejarme de mi familia, pero con el corazón agradecido, me fui a Caracas. Luego de un par de días en el convento de Ntra. Sra. de la Merced, en el casco central caraqueño, me traslade hasta el convento de la Florida, en la Iglesia de la Chiquinquirá, donde iba a realizar la obra. Y empezó la segunda parte de la aventura. Allí fui recibido por Fray Rui Pestana, guardián de la fraternidad Chiquinquirá y Fray Ricardo Granados, Custodio de la Orden en Venezuela. La idea a desarrollar era una Ultima Cena para el comedor, que fue seleccionada por los frailes por cuestiones de tiempo. Con la gracia de Dios se realizó a tiempo la obra, justo para la visita del General de la orden. Convivir por casi un mes los frailes en su cotidianidad fue una experiencia enriquecedora; estuve compartiendo con fray Arsenio y Fray Lucas, dos hombres de más de 90 años, con una espiritualidad particular, que llena mucho de ilusión; Fray Luis, el hombre de las redes, Fray Rui y Fray Ricardo. Gente de Dios, que con sus diferentes personalidades busca siempre servir a Dios por medios de los hombres. Fue una experiencia enriquecedora, que complementa la del año 2005 cuando visité a los hermanos Capuchinos en la Merced, donde conocí a Fray Carlos Bazarra (al cual tuve el honor de hacer una caricatura). Cada experiencia enriquece mi cercanía a la figura de San Francisco de Asís. Fue también el sueño de todo artista, porque a lo único que me dedicaba era a pintar. En los últimos días tuve la oportunidad de conocer a todos los frailes de Venezuela; entre ellos cabe mencionar a Fray Julio Lavandero, gran historiador, antropólogo y predicador de la fe cristina, un auténtico franciscano. La cena que acompañará por muchos años a los Capuchinos en la Florida, tiene a un Cristo caminante, al centro y los apóstoles a cada lado del Señor, celebrando juntos la Pascua, que nos legó la Eucaristía; el Señor Jesucristo sale en esa obra en búsqueda de todos aquellos fieles que necesitan de ese pan, bajado del cielo con cáliz y pan en mano, para alimentar a todos como lo expresa en el evangelio de Juan: “Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed”.



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